PSICOLOGÍA POR VENA
PSICOLOGIA POR VENA
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La psicología se ha convertido en un mantra en las sociedades con cierta pérdida de sentido, sin saber muy bien cuantos lo practican y menos aúnp. Como la época a la que pertenece, el surgimiento espontáneo, pero de infinitas modalidades en que se desdobla esta profesión, ha pronunciado la cascada de oportunidades en un “totum revolutum”, que como en otras disciplinas, es caldo para los más avispados.
DE MODA
Psicología por vena es hablar de moda. La gelatinosa movilidad del positivismo y los buenos deseos, dice más de un movimiento mecánico, que de una autentica revolución de lo importante.
Pero dado que la demanda es fuerte, la oferta en lata se abre para alimentar la voraz oportunidad de un nuevo consumo. Cursos, talleres, coach, corrientes, seudoescuelas, y un largo palmares, pero, ¿Cuánto hay de teoría psicológica y de efectividad en ello? Depende, entre otras cosas, de quién lo imparta, de la teoría contrastada científicamente en que se fundamente, y del aprendizaje intrínseco que lleve su práctica,
COMERCIO
Psicología por vena, gotero rítmico. Hablemos de comercio. Visitemos la amalgama de mostradores que ofrecen servicios multifactoriales y heterogéneos. Tenemos gimnasios con mindfullness, espacios creativos con psicología positiva, colegios con trastienda en asesoramiento, pisos adaptados al sufrido paciente, centro multifactorial que te dan un masaje o una charla de paz, psicología con cartas, vidente antidepresión, contra la ansiedad y arregla parejas, entrenadores a domicilio en trastornos que aprenden el nombre y ofrecen auxilio, médicos vs. psicólogos, guias espirituales con soluciones integrales, y así, un largo etc.
ENTRENADOR
En cuanto al saco de sastre que es el término “coach”, hay de todo. Buenos profesionales y con preparación en niveles más holísticos, psicólogos incluidos, y los que se han apuntado a este mantra reivindicativo. Como ejemplo, hace un par de años, fui invitado a una conferencia con prácticas para iniciarse en el tan traído mindfullness. Se realizaban en un centro social, y su bien pagadas tres horas eran a cargo del heraldo público. El “coach” desplegó una tecnología audiovisual que para sí la quisiera Spielberg. Sin embargo, el contenido resultó ser manido, simplista que no simple, y más efectista que efectivo. Aquello era un espectáculo, pero, ¿servía de algo aparte de para ver su bien montado engranaje? ¿Era necesario aquello para implicar a las personas en algo que tiene que ver con su salud mental y no con el ocio o con la diversión? En el turno de preguntas las contestaciones adolecían de teoría. Eran lecturas aprendidas o llevadas a ese punto en que no significan nada. En su presentación fue sincero y es de agradecer: “Trabajaba en un banco, me cansé, hice un curso y ahora viajo con estas conferencias porque me parece un tema interesante”. Pues claro que si. Hasta que dure.
El canibalismo psicológico está cerca de comerse a sí mismo. Ese sabor con pos-gusto a falacia creíble, puede ser tan vívido como la real cura. Intrusismo. Sabemos que la percepción es engañosa, y no por eso deja de ser aceptada y disfrutada sin más preocupaciones.
El carro del doctor con su producto “para todo” que nos mostro el western norteamericano es en la actualidad el carro con tentáculos donde cualquiera con dos lecturas de autoayuda llega a la salud mental. En cierta medida es lógico, porque la psicología se muestra en todo. En lo que hacemos, en lo que pensamos y en lo que sentimos. Pero también es cierto que el desempeño de la psicología está reglada. Desde su ámbito de actuación, la especialización del profesional, sus códigos y hasta su tarifa, el psicólogo está controlado, o eso es lo que parece o lo que nos hacen creer. Y también sería muy lógico que los psicólogos colegiados, con centros sanitarios, y estando al dia en impuestos, y otros gastos, se cansarán con lo que está cayendo. Si prestamos atención, la deriva a veces es muy sutil. Como bien ejemplifica el cuento de la rana hervida, se empieza aceptando cierto sesgo, hasta que este se convierte en una metástasis integrada. Hay que añadir que el término mercantilista de el Cliente, no parece que ayude. Se desterró el de Paciente que solo significa persona que sufre. Dicen que sonaba mal. ¿La moda de nuevo?
Nuestra idiosincrasia no nos hace mirar a medio o largo plazo. Pero la psicología ha entrado en vena y se extiende por todo nuestro ser, por eso se aprovecha de la cabeza a los pies.
José Carlos Vázquez Calvo Nº Col. M-17265