LA ANSIEDAD y la INCERTIDUMBRE
En tiempos de pandemia del Covid-19
La ansiedad y la incertidumbre. La ansiedad ha subido, hasta casi duplicarse, en la sociedad española, debido al estado de pandemia que asola nuestra convivencia. Si ya contábamos con una tendencia considerable que se acercaba al 8 %, y unido a la gran pandemia del siglo XXI que es la depresión, el Covid-19 nos ha traído, a la ya preocupante salud mental, una gran incertidumbre. Ni que decir tiene, que la incertidumbre que sentimos es causa notable de este aumento de angustia. Esta inquietud, miedo e inseguridad, esa progresiva inestabilidad social, económica y de salud, en el caso de mantenerse en el tiempo, provoca impotencia y tristeza. Si consideramos que, solo en España, más de 2 millones de personas sufren depresión, es vital llevar a cabo una serie de pautas, con el objetivo de mantener nuestra vida lo más organizada posible, alternando las actividades actuales con otros momentos dedicados a nosotros, a nuestro ocio, para favorecer un cierto autocontrol emocional.
MANIFESTACIONES
Entre las manifestaciones más frecuentes, la ansiedad produce:
Tensión e incluso agitación.
Sensación de nerviosismo.
Sudoración excesiva, temblores y escalofríos.
Sensación de pánico.
Peligro inminente o sensación de que algo malo va a suceder.
Sensación de ahogo y opresión en el pecho.
Problemas para concentrarse o para pensar en otra cosa que no sea la preocupación social.
Sensación de debilidad o cansancio. Mareos.
Alteraciones gastrointestinales.
Trastornos del sueño.
CAMBIOS Y ADAPTABILIDAD
Para aumentar el estado de bienestar y disminuir la sensación de dolor emociona, es fundamental cambiar actitudes y hábitos, hasta conseguir estar más motivados y bajar la subjetiva negatividad en que nos sumimos.
Entre otros cambios, mantener una actitud realista y dirigir la mirada hacia lo positivo que sigue existiendo a pesar de todo, es importante. También establecer rutinas, dedicar tiempo al ocio y al ejercicio físico y mental. Tener hábitos de vida más saludables, como la reducción del alcohol, eliminar el tabaco, y comenzar una alimentación equilibrada, sin abusos de alimentos como embutidos, pates, grasas, repostería industrial, comidas rápidas que pueden contener auditivos como el Glutamato de Monosodio, sales y azúcar, cafés, ginseng, guaraná y alcohol. Tomar diariamente fruta y frecuentemente, verduras, hortalizas, productos lácteos no excesivamente grasos o dulces, cereales, legumbres y patatas, pescado, huevos, carnes poco grasas, calcio, magnesio,etc.
Comer despacio, masticar, no comer demasiado, repartir las comidas regularmente a lo largo del día, desayunar bien e ingerir líquido entre comidas. Intentar no anticipar acontecimientos. Uso racional de la tecnología. Ejercitar las habilidades sociales y la empatía para facilitar la convivencia.
PERSEVERANCIA
Si conseguimos ser sistemáticos y dedicarnos un tiempo a nosotros y a los demás, se empezara a notar las mejoras en la ansiedad. Si a pesar de todo, la ansiedad es persistente, mejor no dejar pasar el tiempo y acudir a un profesional de la psicología, y comenzar un entrenamiento en relajación, restructuración cognitiva, y otras técnicas. Si nos estamos medicando, la psicoterapia puede ayudar y acabar sustituyendo el apoyo químico.
Es fundamental adaptarse a la situación para superar con éxito esta “coronacrisis”. Tengamos presente que igual que ha existido un comienzo, existe un final.
M.C.García, col. M-00320
J.C.Vázquez col. M-17265